lunes, 1 de diciembre de 2008

La efigie de la noche buena

Rodolfo Buriticá- Aprendiz SENA
Sutil festejo...
Unos con otros nos abrazamos en un todo por el amor, la paz y la libertad, alejando de nuestro pensamiento la idea de que la nostalgia es el único testigo de la felicidad pasada, cuan testimonio en esta época dicembrina siempre debe ser la unión humana y la fusión de espíritus en uno solo amainando paz en noche buena.
No basta una tradición para convivir en armonía , ya que el tiempo en medio de su ilusión es efímero y transitorio, pero la humilde y sincera felicidad que evoca la navidad jamás tendrá propiedades efímeras y transitorias, pues ¿de que sirve un par de días de comunión y alegría por un resto de zozobra?. A fin de pensamientos en tan holgados corazones el sutil festejo es tan apremiante que la duda de que la celebración no es compartida no amerita idea, ni tan siquiera concebirla se puede por cuanto los cánticos jubilosos de una conmovedora reunión embellece al corazón y dignifica el espíritu.
Cada acto de esperanza nutre la alborada regada de luz por la refulgente estrella, por cuanto alerta paz interior la ilusión inunda los ojos de alegría, de aquí hasta el litoral los sueños de confraternidad constelan, todo por ver con aplomo aflorar juntos el termino “paz”. Talvez por un momento la luz enciende sus atributos y ese brillo de incesante alumbra fugazmente el devenir, porque en noche buena cantamos al unísono con la paz que llega del anhelo universal hasta a menester de ella hacerse realidad. La fe se renueva y actúa inteligible en quienes la saben oír y recibir, los seres queridos en esencia llegan e lustres fecundan alegrías adrede porque el tiempo ha mencionado con sus gestos que es hora de ser feliz. Cada vez hay más amor que riega la tierra y concibe la navidad... risas sorteadas, regalos que atestiguan que es hora de compartir, algunos vinos que consumen celebración, y la cálida compañía que fragua hasta el más helado corazón dan fiel constancia de que el amor en noches de paz ilumina hasta el más hondo misterio.
Sometidos en una tertulia de confraternidad los que entiendan que llego la hora de hacerlo, padecer las bondades que el alma manifiesta, todos acompañados en grato festejo conociendo enteramente el término cordura, mostrando con vehemencia que la navidad va más allá de ser una temporada de guirnaldas y francachela, es tiempo de vivir a plenitud empezando a recrear la ilusión de que la paz anida en nuestros corazones, no hay tiempo para la tristeza pues la melancolía no sabe que es fortaleza y virtud de convivencia, es tiempo de predicar la paz, el amor y la libertad a quienes ignoran la bonanza y sobre todo hay que volcar al viento las penas apartando por un momento de la cabeza la idea de que solo debemos de ocuparnos por existir.
Asomo una vez más la navidad en nuestro sendero por ello fervientemente hay que añorar con opulencia los deseo y aspiraciones, depositar donaire en las palabras, rezos y actos; porque le vida está impresa con parsimonia en un verdadero gesto de afecto, verosímil en el umbral de una esperada realidad que cultiva prosperidad para prontamente en ésta navidad sembrar un cielo atestado de esperanza.

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