viernes, 8 de mayo de 2009

A MI MADRE QUE LEJOS ESTÁ

Por Rodolfo Buriticá Montoya
Aprendiz SENA
Solo aquí, bajo el tenaz cólera que mi sosiego astilla.
Si mis ojos se viesen cuan decaídos miran
El destino el cual por mi fue escogido,
El que mi corazón desde su prisión turba.

Lejos del adorado corazón que vida dio al mío
Inefable y sacra esencia que mi dormitar baña,
Y una sola verdad que a mi sangre riega
Y la única beldad que mi condición galardona.

Lejos, tan lejos no mas en silencio siseo,
Y a la vez tú nombre con clamor al aire
Que corre por el espeso y húmedo éter,
Tan sutil como mi primer hálito de niño.

Palpitar en tus rezos con fuerte estandarte
Cuan digno de tu amor he venido a ser único,
Semejante a tu expresión, a tu dulcedumbre.

Me muestras lo agraciado del cielo,
Fondo azul donde el día florece,
Cuando joven mi fuerza intento asir
La cana nube que tu mano me mostró.
Nube que hoy por hoy conquistando estoy.

Empero la nube y el cielo envejecen, observo
Con atenta y triste mirada de extraño,
Pues ya ni el arco iris a la vista infante
Aquí donde cerca no te tengo.

Que vació, hondo arpón hiriente
Que deja el ahogo de tu ausencia,
Y me tiene la almohada mordiendo
Por tan lejos estar del verdadero sueño.

Son rémoras que ovillan mi vida
Devanando la hojarasca en invierno,
Por mí pasa y sin complacencia
Voraz como el ciclón y ardiente como el sirio.

De extrañar no me voy a olvidar;
Los versos que mi pluma pulieron; tu tienes
El honor de ser fiel al único que con fervor extrañas,
Y Para ello solo basta hasta siempre quererte

Si he de sufrir que sea en tus brazos,
Llévame a tu pecho ahora que aún no es tarde,
Llévame a él que contra el mal es seguro abrigo.

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