viernes, 18 de octubre de 2024

La muerte, ¿individual o religiosa

Mauricio Alejandro Escobar Delgado

Aprendiz técnico en Mantenimiento de Vehículos Livianos

Centro Internacional de Producción Limpia Lope

La parca, la huesuda, la muerte a la final, es algo que nos tocará tarde o temprano, es una de las dos cosas seguras en la vida que  trae tantos misterios y dudas, desde un ¿Cómo? Hasta un ¿por que? Tratando de darle un sentido, una función, un fin, un antes y un después, imaginando un vacio o un cielo e infierno; pero, ¿nos hemos detenido a analizar el porque en nuestra sociedad se la toma como una tragedia? Tenemos distintas creencias y religiones; pero a pesar de ello no cambia nuestra perspectiva, sentimientos y manera de actuar frente a la muerte, siempre nos vestimos de negro, damos nuestras condolencias y lloramos por una perdida. ¿No debería haber tantas concepciones de la muerte como creencias? ¿Está arraigada a la religión o es individual?

Desde que nacemos nos enseñan a lamentarnos por las cosas que ya no están (un alimento, un dulce, un juguete, etc.) que es ya una perdida irreversible. Nuestro primer contacto suele ser la perdida de una mascota, a la que nuestros padres o familiares le dan gracias por haber compartido la vida y hacer de ella algo mejor, junto a tristeza y melancolía que se ve reflejada en sus actitudes y en su mirada. Seguramente el segundo encuentro haya sido la muerte de un familiar cercano, algún abuelo por ejemplo, en este punto ya es una perdida importante, aquella persona amable, querida, aquellos momentos y palabras inolvidables, que nos cuesta aceptar que ya no está físicamente y que lo único que tenemos son recuerdos de lo que fue y lamentos de lo que no pudo ser.

Un día alguien tuvo la oportunidad de compartir el triste fallecimiento de un familiar cercano con una persona que poseía distintas creencias acerca de la muerte. Ésta persona, procedente de Rusia, se impresionó negativamente al ver nuestra forma de actuar en dicho acontecimiento; así con expresión de rareza y a manera de crítica fuerte comentó: “Tienen una costumbre muy extraña y fea, se visten de negro y lloran, mientras que nosotros siempre celebramos y actuamos como si fuera un acontecimiento más, puesto que la persona pasa a mejor vida y no hay por qué sufrir; y con mayor razón cuando se trata de un bebé”. Después, comparó varios aspectos que mostraban su distinta manera de pensar, así mismo, hizo énfasis en que aquellos conocimientos los adquirió gracias a su cultura. Expresó también que le parecía completamente desagradable y errónea nuestra forma de percibir la muerte.

Aquello nos lleva a reflexionar sobre qué tanto puede inmiscuirse la religión en el pensamiento colectivo e individual donde la muerte sea el eje principal, pues, son muchas las religiones que existen alrededor del mundo, donde es notable la gran brecha entre un pensamiento colectivo y uno individual; si tomamos como referencia el cristianismo, la principal religión con más de mil trecientos millones de seguidores y con mayor presencia en Latinoamérica, donde los adeptos asumen un papel sumiso ante la idea de la muerte considerándola como una perdida memorable:

Más vale el renombre que óleo perfumado; y el día de la muerte más que el día del nacimiento.

Más vale ir a casa de luto que ir a casa de festín; porque allí termina todo hombre, y allí el que vive, reflexiona.

Más vale llorar que reír, pues tras una cara triste hay un corazón feliz.

El corazón de los sabios está en la casa de luto, mientras el corazón de los necios en la casa de alegría.

Más vale oír reproche de sabio, que oír alabanza de necios. (Fundación para La Fundación Bíblica Lockman, 1986, p493)

También, un gran ejemplo de ésta situación se observa en el judaísmo, cultura guiada por La Toráh donde se asume que la muerte es una ganancia, debido al contacto que logramos tener con Dios después de la vida física, por lo tanto, los creyentes asumen la muerte no como un acto de compunción sino como la trascendencia del alma y su glorificación. La Toráh enseña que Dios decretó: “Ningún hombre puede verme y vivir.” (Andrea Taschl, 2011, Éxodo 33:20). Entonces, los rituales y las ceremonias que los judíos hacen son completamente distintas a las del cristianismo e incluso para quienes tienen un pensamiento individualista o su propia doctrina, puesto que están ligadas al libro sagrado que impone su religión.

Baum expone en su análisis sociológico una contraposición entre lo individual y lo colectivo en ámbitos religiosos: 

Aparece el individuo desgajado por completo de su matiz social. Al mismo tiempo, al actuar como agentes impersonales en una sociedad racionalizada, las personas advierten que han perdido el sentido de su propia individualidad. El triunfo y la agonía del individualismo han hecho que los hombres centren la atención sobre su muerte personal como el gran enemigo que amenaza al significado de sus vidas en el presente. (Gregory Baum, 1980, p290) 

Para entender esto, debemos tener en cuenta que la religión influye en el individuo tomando rumbo desde el nacimiento hasta la madurez, debido a que es infundada desde el núcleo familiar y en cualquier entorno social que le rodee, mientras que, el pensamiento autónomo e independiente lo obtiene el sujeto en una etapa, de alguna forma, tardía, causando dentro de sociedades religiosas irrelevancia de por sí, y más cuando toma poder dentro del pensamiento en el momento en que la persona rechaza su posición como individuo para sentir la aceptación de la comunidad. Apoya la idea de que sabiendo esto, el ser, preocupado por la incertidumbre del sentido de su vida, deja su individualidad para acercarse más a la religión y seguir en busca del propósito de la existencia guiado por el miedo a la muerte. 

Podemos concluir, que las religiones a lo largo del tiempo han generado un pensamiento colectivo dentro de las diferentes sociedades en las que se ha establecido; así cada individuo de la sociedad, por excelencia, lleva consigo las creencias de su cultura y las pone en práctica como un deber fundamental con su religión; por lo tanto, el pensamiento individualista dentro de una sociedad creyente puede verse limitado y exacerbado gracias a los condicionamientos a los que está sometido. Nos conviene pensar entonces, que alrededor del mundo, la religión tiene un elevado peso dentro de las creencias que maneja cada cultura, volviéndola así un aspecto determinante en la sociedad donde lo individual pasa a un plano subjetivo y más cuando se trata de un acontecimiento común donde “la muerte hace parte de la vida” o viceversa.

Referencias

Editorial Fundación para La Fundación Bíblica Lockman. (1986). Santa biblia: Biblia de las Américas, La Habra, CA, Editorial Fundación para La Fundación Bíblica Lockman

Taschl-Erber, A., (2011). La Torah, España: Editorial Verbo Divino

Baum, G., (1980). Religión y alineación: lectura teológica de la sociología, Madrid: Ediciones Cristianidad


lunes, 12 de agosto de 2024

 NOTIFICACIÓN POR AVISO CUANDO SE DESCONOCE EL DOMICILIO DEL APRENDIZ

 


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martes, 16 de julio de 2024